Sitio de las palabras. Donde conviven desde las más dulces, refinadas y gratificantes; hasta las más grotescas que encierran los pensamientos de mentes insalubres. Pero que no dejan de ser una solución prematura a la existencia, una pastilla que ingerimos para sentirnos mejor. El prozac de cada día.
lunes, 27 de agosto de 2012
¿Donde quedó mi fantasma?
Tantas veces me asesiné a mí mismo,
que debe estar muy perdido.
Solo,
en el pasado que aturde,
no supe encontrarlo.
Ni a él.
Ni a mí mismo.
Incluso supongo una idea;
yo ya no existo.
Me busco en un espejo,
pregunto entre quienes estuvieron los últimos años,
fueron muy pocos
y nadie sabe decirme
quién soy.
¿Soy el yo que solía ser?
No puedes ver que sujetando el anhelo de cambiar
en realidad desarmé mi propio esqueleto
cayendo de rodillas al suelo que sonreía.
Ni tus ojos pudieron reconocerme,
amigo
cuando agendé las palabras de ternura
para aprender a pronunciarlas
y no a sentirlas.
Me acostumbré a no ser yo
el que ocupa este cuerpo.
Sino solo un cuerpo que me ocupa.
Asfixiado entre lo efímero de mis tejidos
no me reconozco y
sólo me interesa saber porque se dio así.
Es que estuve demasiado preocupado en el presente,
sin iluminar mi propio recuerdo,
que destruí todo con lo que me crucé,
ideas, paisajes, anhelos, individuos...
Y los desarmé
a todos ellos,
hasta vaciarme.
Ahora todo lo que busco es mi propio fantasma.
Tantas veces me asesiné a mí mismo,
que debe estar muy perdido.
Solo,
en el pasado que aturde
fue devorado por la tristeza profunda
de aquel tiempo,
donde el hedor de la sangre y la comida descompuesta
me hacía reír y llorar.
Y así yo nunca más sabré quién fui.
jueves, 16 de agosto de 2012
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