Sitio de las palabras. Donde conviven desde las más dulces, refinadas y gratificantes; hasta las más grotescas que encierran los pensamientos de mentes insalubres. Pero que no dejan de ser una solución prematura a la existencia, una pastilla que ingerimos para sentirnos mejor. El prozac de cada día.
domingo, 10 de febrero de 2013
sábado, 2 de febrero de 2013
Sueños Prohibidos.
Soñaba con ser flautista ,
apilarlos uno por uno,
(embalsamarlos)
hacer una torre.
El jardín y sus micro-climas,
por sus caminos avanzan
pequeñas vibraciones de confianza,
que con el tiempo terminaron
por pulverizar mis oídos y volverme paranoico.
Así pase los últimos 5 años
arrancándome pelo por pelo
para tejer una soga
que me permitiera
bajar por la torre.
Abajo hace frío,
y no te acompaña la campera
que usabas los sábados
para salir a fumar.
Sin ella, soy incapaz de resistir
los vientos que surcan el jardín
susurrando versos malditos
en el lenguaje de los locos.
Todos escriben poesía,
pero nadie se anima a escribirla
en el lenguaje de los locos,
la madre de todas las lenguas muertas,
hecha a gusto del mortal
que osa pronunciar las palabras prohibidas;
que son veneno en las venas
y esto implica el menor de todos los males menores
cuando el destino se amontona
como cuerpos pudriéndose
abandonados en el bosque.
Soñaba con ser flautista
para llevarme los niños y ahogarlos en el río,
apilarlos uno por uno (embalsamarlos)
hacer una torre que me proteja
de los micro-climas del jardín,
el jardín y sus micro-climas,
sobre eso reza este cuento
sobre ellos se lanza los peregrinos
sedientos de sangre,
que solo saciarán su sed
en las aguas del río.
lunes, 21 de enero de 2013
Así ha de concluir tu proeza.
Todo donde ahonde tu brazo, ese canal descompuesto, ha de ser lapidado. Todo cuanto ames, ha de morir acribillado. Toda frase de tus labios sin color que lleve la palabra "amor" ha de ser mentira. Y toda la mentira de tu boca ha de aferrarse como la mosca a la carne descubierta, a la lastimosa ilusión trasegada que es el destino; para contaminar tu sueño y pudrir todos tus pasos y los pasos -de los vivos- que te sigan con la pestilencia tuya en su intestino.
Así ha de concluir tu proeza.
Así ha de concluir tu proeza.
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