domingo, 20 de junio de 2010

Podré escapar.

Podré escapar, quizás, a la profundidad de estas hojas, que me arrastran a la desidia.
Podré levantar la cabeza una vez más, quizás, para fijar mi mirada en aquello que ignoro.
Naufragar de los mares que ahogaron en el pasado las penas del borracho.
Abandonar aquella momentánea solución que ofrece la química. Así como la que ofrece la biología, aquella satisfaciente sensación.
Podré progresar.
Podré salir.
Podré lograrlo.

Pero jamás podrá mi mano despegarse de este espacio, condenado al consumo del destierro de mis sentidos, a la sinrazón, al delirio.




(Y ustedes, testigos de ello, tampoco)

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